DAYSU
Sí, en caso que te lo preguntes, Daysu es mi nombre. Uno de los mejores regalos que me han dado mis padres después de la vida.
¡Yo amo mi nombre! Amo su procedencia y originalidad. Pero no siempre fue así, como toda niña, tenía ese marcado deseo de pertenecer y desde luego, mi nombre no me ayudaba en lo absoluto.
En mi historia personal hay un montón de experiencias como esta de mi nombre, experiencias con una sensación de “sin sabor”, unas lindas y otras no tanto, pero casi todas con una pincelada de necesidad de aceptación, dependencia emocional y por supuesto apego a personas e incluso cosas.
Cónoceme
Nací en Maracaibo - Venezuela y desde pequeña fui una niña de mucha fe que por sí misma buscó conexión con la espiritualidad desde la religión y como a muchos, me tocó aprender luego que espiritualidad, Dios y religión no necesariamente son sinónimos.
Mi nombre viene de la unión de los nombres de mis padres Dario y Susana, así que literalmente los tengo conmigo donde quiera que voy. De ellos aprendí sobre generosidad, tolerancia y trabajo en equipo. Soy la segunda de 3 embarazos y la mayor de dos hermanos, confieso que esa frase me hace sentir liviana porque me entrega mi justo lugar en el orden familiar.
¿Otro de los regalos geniales de mis papás? Mi hermano Dario, a quien amorosamente le llamamos Gucho. De nuestra infancia siempre tenemos alguna historia graciosa para contar porque peleábamos un día sí y el otro también. Pero en la adolescencia, camino a la adultez nos volvimos aliados, cómplices y grandes amigos. Admiro profundamente a mi hermano, me ha enseñado de independencia, respeto, responsabilidad y lealtad. Además, al igual que yo es un buscador de aprendizajes dentro de los procesos que ha manifestado vivir.
Crecí en un hogar con muchísimo amor y su equivalente en desorden. Y en palabras del maestro Bert Hellinger “el orden precede al amor”, así que gracias al amor desordenado en el que crecí, mi niña interior guardó muchas vivencias como heridas y desde ese lugar la adulta que soy comenzó a sumar herramientas que me permitieran relacionarme con el mundo.
La buscadora en mi me ha llevado a abrir varias puertas para adquirir conocimiento, por lo que he leído un montón de libros (con otro montón por terminar), he hecho varios cursos (y otros tantos están pendientes aún), porque disfruto del aprender algo nuevo todo el tiempo y tengo un llamado a compartir eso que me funciona.
He trabajado de un montón de cosas: promotora de productos, di clases de inglés a niños y adultos, estuve a un paso de ser presentadora de televisión de un programa en un canal regional en Venezuela, modelé un ratico, me convertí en abogada, fui realtor y trabajé en ventas muchas veces (por teléfono, detrás de un mostrador, visitando clientes e incluso usando redes sociales). Aprendí sin lugar a dudas que disfruto del comunicar.
Me descubrí enfocada y disciplinada mientras me preparaba para certificarme como maestra antes de emigrar. Pero mi verdadera pasión surge justo antes de salir de Venezuela y puedo decir con toda seguridad que inspirar y acompañar a otros en su transformación personal es lo que llena mi corazón.
En cuanto a relaciones, he tenido el privilegio de conocer a personas excepcionales que han dejado una huella profunda en mi corazón. Mi hermano y mis amigas siempre han sido mi gran apoyo para acompañarme en los momentos difíciles y en los de celebración. Y mis mentores que han sido inspiración e incluso empuje para compartir mis dones.
En cuanto a relaciones de pareja, viví con una idea distorsionada del amor durante aproximadamente 20 años. Me casé muy jóven, ignorante de lo que era la dependencia emocional y con la idea infantil de que el matrimonio era para toda la vida.
Esa experiencia representó gran parte de los momentos más transformadores que he decidido manifestar en mi vida y por “suerte” el decidir confiar en mi propio proceso me llevó a encontrar los regalos importantes. Es por eso que desde la gratitud uso cada experiencia como un trampolín para mi propia transformación personal.
Ahora he decidido poner al servicio mis dones, esos que me hacen inspirar a los demás a través de mis propias experiencias. Y me permiten acompañar y sostener desde la vulnerabilidad, porque mostrarme auténticamente real y vulnerable han sido sin duda parte de mis mayores fortalezas.
De seguro has de tener experiencias similares y es eso lo que te ha hecho conectar conmigo y te ha traído hasta aquí. Este espacio es para ti, te invito a quedarte y a elegir mirar tus experiencias desde una nueva perspectiva. Yo te acompaño, juntos develemos esos regalos que se esconden detrás de aquello difícil, detrás de los procesos de transformación que la vida te presenta.